La kombucha es una bebida fermentada producida a partir del té. Se produce mezclando té (usualmente negro), azúcar y una combinación específica de bacterias y hongos, mezcla a la que se deja reposar durante 7-10 días para que fermente. Este proceso le aporta a la kombucha una gran riqueza de ácidos orgánicos, vitaminas del grupo B, aminoácidos y otras macromoléculas que pueden resultar interesantes para la salud humana, como ciertas enzimas hidrolíticas. Este proceso, además, cambia mucho el sabor original del té dulce: la kombucha tiene un sabor suavemente ácido, está ligeramente carbonatada y puede describirse como “refrescante”.
La mezcla de bacterias y hongos que se utiliza para la fermentación recibe el nombre de SCOBY: Symbiotic Culture of Bacteria and Yeast, es decir, “cultivo simbiótico de bacterias y levaduras”. Se llama simbiótico porque es una asociación que permite el beneficio de todas las especies involucradas en la mezcla.
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